Día 25

Cuando Nerea entro en el despacho de Silvestre, su profesor en la universidad, el corazón de este amenazó con salírsele por la bocaSiempre había existido una gran atracción entre los dos. Pero desde que ella apareció de nuevo en su vida, más de un año después de haber sido su estudiante, los sentimientos se desbocaron. 
Udía más, como venía haciendo una vez a la semana durante los últimos meses, Nerea llegó puntual a su citaPasaban allí juntos una hora y media, 2 horas, a veces más; ella le pedía consejos sobre sus estudios, él la ayudaba solícitoRepasaban juntos los temas que Nerea trataba en sus diversas asignaturas durante el cuatrimestre. Ssentía incapaz de sacarlo adelante ella sola, había tenido ya muchos tropiezosestaba a punto de tirar la toalla. Eúnico que podía ayudarla era Silvestresu querido profesor. 
A Silvestre estos encuentros semanales le servían para mantener la ilusión en su vida. En casa las cosas hacía ya años que no iban bien, y se encontraba a la deriva, hasta que Nerea, su querida Nerea le hizo recobrar la ilusión por vivir, desde aquel día que volvió a aparecer en su despacho, una mañana cualquiera del mes de octubre. 
Realmente, Silvestre no tenía por qué hacer todo lo que estaba haciendo. Estaba dando a su estudiante tutoría gratuita semana tras semana, un servicio personalizado de altísima calidad, que a ella le hacía sentirse especial y a él le permitía mantenerse cerca de ella. No soportaba el sentirla lejos. Había algo indescriptible que lo ataba a esa joven, 20 años tenía, y que le hacía depender totalmente de ella. Era un acuerdo de conveniencia para ambos. Tanto Nerea como Silvestre se sentían partícipes de algo muy especial que estaba ocurriendo en sus vidas y que los diferenciaba del resto de los mortales. 
Eproblema para Silvestre era que, mientras Nerea parecía sentirse muy cómoda con la relaciónpor llamarlo de alguna manera, que tenían, el necesitaba másHacía ya unas semanas que había tomado la determinación de, si era necesariodejarlo todo por ellaHabía algo que le decía que, a pesar de la diferencia de edadmás de 20 añosestaban hechos el uno para el otro. Nunca había sentido algo así. 
Nes que hubiera pasado gran cosa entre los dos. Su relación había sido pura y casta hasta el momento. A lo más que habían llegado era hacer unas cuantas escapadas a comer o a merendar y en alguna ocasión a beber algo, siempre por el centro de Madrid. Cada una de estas salidas había dejado a Silvestre más enamorado. La felicidad que sentía cuando estaba junto a su Nereatonteandohablando de cosas seriasriendo, eso era algo que lo desbordaba por completo 
Tras cada salida a tomar algo, o tras cada ‘tutoría', Silvestre se quedaba más y más convencido de que un día acabarían juntos. El problema era que toda la complicidad que tenían cuando estaban juntos, se volvían distanciamiento por parte de Nerea en los días siguientes. Era, pensaba Silvestre, como si a ella le diera miedo embarcarse en algo tan grande como eso. Un profesorcasado y con hijos. No, no era un asunto fácil. 
Ecaso es que el tiempo transcurrió y llegó el fin del cuatrimestre. Quedaban ya sólo dos semanas para los exámenes finalesdónde se vería si toda la ayuda prestada por Silvestre a su querida alumna había servido de algo, de algo más, se entiende, que de haber vivido ese romance tácito que lo tenía ya al borde de sus fuerzas emocionales. 
Nquería ni imaginar lo que significaría el final de los exámenes y con ello del cuatrimestre. Ya no habría un motivo para verse cada semana. Sproduciría un distanciamiento inevitable. Y Silvestre no iba a permitir esohabía tomado la decisión de lanzarse, declararse a NereaÉl sabía que ella también tenía sentimientos fortísimos por él. Se lo veía en los ojos. Pero era él quién tenía que dar el paso adelante, y estaba dispuesto a hacerlo. 
Al fin llegó el día señalado. Le había mandado un mensaje el día anterior pidiéndole que por favor se pasará por su despacho, que tenía algo importante que decirle. Ella pareció alegrarsetambién tenía que hablar con él. Cuando la puerta se abrió, Silvestre apenas podía articular palabraEstaba demasiado nerviosoansioso. Y ella estaba tan guapaFue Nerea la que rompió el silencio: Silvestre, he conseguido un trabajo en Inglaterra. Me voy al menos 2 años, para poder mejorar definitivamente mi ingléscomo  siempre me has aconsejado has sido mi inspiración, , mi profesor, mi amigo, mi mentor.

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