Día 23
Charles Willson Peale fue una figura notable de la sociedad americana del XVIII y principios del XIX, es decir la época en la que se fraguó y produjo el nacimiento de los EEUU como nación independiente. Destacó en campos como el de la ciencia, la política o las artes. A mí me interesa especialmente como pintor y mecenas de las artes en general. No en vano, fue el fundador del primer museo de arte de los Estados Unidos, el que hoy es el Museo de Arte de Filadelfia.
Un hombre tan amante del arte era Peale que a sus numerosos hijos les puso nombres de pintor. Así tenemos a Rubens, Raphaelle y Titian Peale, quienes siguieron los pasos de su padre en el mundo de la pintura, aunque en mi opinión son artistas de menor calibre. Y hablando de sus hijos, uno de mis cuadros favoritos de Charles Willson Peale es precisamente el Staircase Group, grupo en la escalera, en el que se representan dos de sus hijos subiendo por el susodicho elemento arquitectónico.
A mí me habría encantado vivir en la Nueva Inglaterra de aledaños de siglo XVIII. Debió ser una época fascinante, de humanismo, de avance de la ciencia, con personajes tan fascinantes como Benjamin Franklin y el resto de figuras prerrevolucionarias. Todos en un espacio geográfico reminiscente de la vieja Inglaterra, pero mucho más nuevo, mucho más limpio, o al menos así me lo imagino yo.
Realmente impresionantes también me resultan los museos de la época. Edificios colosales, en su gran mayoría. Refugios de los peligros que suponía estar al exterior en épocas donde la vida no se daba tan por hecho como ahora. Se puede apreciar el mismo tipo de construcciones a ambos lados del Atlántico, tanto en la Costa Este de EEUU como en lo que fue en su momento la metrópolis inglesa. Grandes construcciones, construcciones de piedra con robustas columnas y largas escalinatas que llevan de la calle a la entrada, para dar majestuosidad a sus egregios contenidos.
Escribiendo estas líneas, no puedo dejar de pensar en cuántas mañanas de domingo habré pasado en el Museo de Arte de Filadelfia. En realidad, no sé si fue allí donde vi en su momento obras de Peale o de otros artistas estadounidenses admirados por mí y bastante desconocidos en Europa, como Thomas Eakins, algo posterior a Peale. Qué maravilla, su cuadro Lección de Anatomía, revolucionario para su época tanto por la temática como por la manera de abordarla.
No, no me da vergüenza confesar que no recuerdo si fue en el Museo de Filadelfia o en otros museos donde vi las obras de estos mis admirados pintores. Hay personas que recuerdan todo lo que vieron y en qué museo lo vieron. No es mi caso; en mi cabeza todos los museos se convierten en un solo museo, una especie de pan-museo, donde alguna vez he visto todas las cosas que recuerdo.
Tampoco es que no sea capaz de asociar ninguna obra a un museo específico. Sí que me acuerdo de que La familia de Carlos IV, por ejemplo, está en el Prado ¿o no estaba allí? De lo que sí que me acuerdo seguro es de que el Guernica está en el Reina Sofía, pero no lo recuerdo por el Guernica en sí, sino por el enjambre de turistas asiáticos siempre alrededor del cuadro.
El caso es que hablaba de la Nueva Inglaterra de la segunda mitad del XVIII y comienzos del XIX. En concreto Filadelfia. Pasear por las calles del barrio histórico, incluso hoy en día, permite al viandante sentir como si estuviera todavía en aquella época. El empedrado de las calles, la construcción de las viviendas, con sus exteriores de ladrillo rojo y sus cuidadas puertas de madera noble. Y qué decir de la Campana de la Libertad, con su grieta en el medio, que casi se puede tocar con la mano.
No se reduce sin embargo a Filadelfia el escenario cuasi-cinematográfico de la época de la Revolución Norteamericana. Hermano del centro histórico de Filadelfia me ha parecido siempre su equivalente bostoniano. Paseando por sus calles, es fácil imaginarse a Samuel Adams o Paul Revere alentando a la sublevación. Es curioso, en cualquier caso, cómo a veces se siente uno más en Inglaterra incluso en estas dos ciudades que estando en la propia Inglaterra. Y es que, en muchos aspectos, la parte de Estados Unidos que se corresponde con las colonias originales ha permanecido mucho más inalterada que los territorios de la Pérfida Albión, como reflejo del carácter conservador puritano de sus primeros habitantes.
Ahora, confinado, intentando que el coronavirus no entre en mi casa, no puedo ir a ningún museo. Afortunadamente, la mayoría de las instituciones culturales han habilitado visitas virtuales, reforzadas durante este periodo, para que los ciudadanos podamos ver sus colecciones. Internet nos ofrece un acceso al exterior que la cuarentena nos impide en carne y hueso. Y, aunque no sea lo mismo, qué deleite supone poder contemplar las obras de Charles Willson Peale o Thomas Eakins; qué placentero es pasear por las Calles de la Nueva Inglaterra del XVIII.
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