Día 47
C arla estaba disfrutando de un bonito día de sol en el jardín. Era una mañana de primavera, una primavera muy loca, con días muy buenos y días podridos. Esta era una de esas mañanas en las que daba gusto salir y disfrutar del jardín . ¿Q ué sentido tenía vivir en el campo, a una hora de Madrid, s i había que estar encerrada en casa? E chada sobre la tumbona en bañador, disfrutando un cigarro y un refresco, todo se prestaba para una deliciosa jornada. U nos pájaros cantaban en una rama del árbol que dominaba el jardín. L e gustaba escuchar los pájaros, pero prefería no dirigir su mirada hacia ellos, porque entonces vería la jardinera repleta de tierra. E sa jardinera que le había dicho un millón de veces a Ernesto, su marido, que había que hacer algo con ella. O se plantaban flores , o se vaciaba de tierra y se quitaba del medio del jardín. A ntes siempre tenían flores plantadas, no s ó lo en la ja...